domingo, 14 de julio de 2019


HUAYNA PUTINA
Huayna Putina viene de la palabra Quechua “Huayna” que significa Joven y “Phutina” que significa lugar donde se cocina.

Cuando una persona se acerca a Huayna Putina en horas de la noche sin ninguna compañía parece percibir con toda la claridad del chapoteo de una persona desesperada por salvar su vida… y el vapor caliente del agua que fluye del lugar se asemeja a blancos fantasmas que van danzando en lúgubre compás, atemorizando más al visitador.
Los abuelos cuentan antiguamente había un joven don juan, que como en todo grupo humano, se dedicaba a enamorar dencellas, engañando a una y otra. La fortuna del muchacho duró algún tiempo al cabo del cual sucedió lo que fue su final…
En sus continuas visitas a las fuentes de aguas termales las frustradas jóvenes fueron acordando la manera de vengarse de sus desengaños… en efecto. Un día el galán fue citado por una de las muchachas muy de madrugada. El mozo concurrió solícito a la reunión.., pero detrás de él aparecieron  de inmediato de entre las sombras del amanecer otras figuras femeninas y entre dotas ellas dieron con el mozo de uno de los pozos de agua caliente…, en vano se esforzó por librarse de las manos vengadoras…, en vano suplicó el perdón de las dolidas…
Cuando el sol que sale del lado Yanaqaqa tiñó de oro y carmín las cascadas de agua caliente…, en uno de los pozos flotaba inerte el cuerpo ahogado y semi-cocido por el agua caliente del mancebo enamorado…, el rumor del agua parecía arrastrar el chapoteo de un hombre desesperado…
Autora: Prof. Edith Huanca Mamani


BAYETA PARA EL DIABLO
Aún el día sigue de noche, Pero ya se puede sentir el crujir del ichu cuando pasan las usutas apuradas como queriendo ganarle al cielo antes que se despierte. Los pasos se hacen cada vez más precipitados, ya no caminan ahora corren, no importa el frío intenso castigando al Altiplano, no importa el viento que corta cual navaja los pies, las manos y el rostro del caminante. Ha salido de Putina, atrás puede distinguirse al Alqamarini, imponente, cuidando a la ciudadela, tras ella despidiéndose las pocas estrellas que todavía vibran en sus últimos suspiros de vida.


El tiempo considera es su enemigo. Necesita fuerza, entonces unas hojas de coca salen de la chuspa atrapadas por sus manos rajadas y arrugadas, éstas son llevadas a su boca con ademán que denota destreza y siente calmar el aliento caliente hecho humo, las hojas son picchadas con tal cuidado que ni una coquita se cae. La caminata continúa, lleva en la espalda su atado y ahí la razón de tanta prisa.
Cruza el puente Churura, las aguas le acompañan en su misterio, y sin mirar atrás empieza a correr, recién comienza la verdadera partida, sus ojos son fríos y tiesos, su cuerpo parece estar poseído, no voltea; cada vez los pasos son más rápidos, cada vez el aliento es sofocado por las hojas sagradas que son masticadas logrando sacar el jugo que tranquiliza su desesperación por llegar a su destino.
Al llegar a la hacienda Churura da un giro inesperado a su izquierda, divisa un objetivo cual ave de rapiña, hasta cazar a su presa, nada lo distrae, camina en línea recta, no lo impide los bofedales, los charcos de agua, ni las hojas cortantes, que tiñen de rojo al rozar sus pies, el solo quiere llegar a su objetivo como si fuese una flecha en busca del blanco perfecto. No siente dolor, solo las ansias de llegar antes que el Astro Rey.
Al fin llega, tiene delante de él dos ojos de agua cada uno de tres metros de diámetro, es agua pura, es agua sagrada. Todo el lugar es extremadamente frío, pero misteriosamente los dos pozos tienen agua caliente y cristalina. Se acerca, puede observarse en cada uno de ellos, como si fuesen espejos. Tiene rostro ovalado, pero su chullo lo hace ver estirado, ojos penetrantes y oscuros, sus mejillas cubiertas por barba rala y su boca con bordes verdes, al mirarse siente pena de un hombre castigado y miserable. Una lágrima, cae y la figura se desvirtúa y cambia ahora ve a un ser maligno, espantoso ya conocido por él. Se arrodilla baja suavemente su atado, en el piso le hace reverencias, pronuncia palabras que no se entienden, sin embargo del balbuceo puede distinguirse – espero te guste-.

Extrae con mucha firmeza prendas de bayeta que él mismo había confeccionado siete días enteros sin dormir con tanto esmero. Pero ahí estaba ofreciéndolo, era un pantalón blanco, una chaqueta del mismocolor, un cheleco negro y otra prenda no conocida de color rojo, parecía un cuchillo pero con dos puntas largas como si ahí se guardasen unos cuernos.
Fue entonces que el cielo se hizo claro. El campo recibía los primeros pasos de los pobladores que iban a sus chacras, de los que llevan su ganado o de los viajantes que se movilizaban por esos lugares. Se siente descubierto, hace el ademan de estar lavando las prendas de bayeta, pero de pronto escucha un quejido que no es humano, los dos ojos de agua brillan y se muestran como enojados, el ambiente cambia, se siente el aire de ira, nuestro personaje tiene miedo, siente que ha fallado. Para su mala suerte, alo lejos entre los cerros tras la ciudad, nace un círculo anaranjado gigante proyectando sus primeros rayos de luz. Todo está perdido.
 De todas maneras, apuradamente, junta las prendas lo ofrece a los ojos calientes, empieza a ingresarlos uno por uno, coloca el pantalón el ojo izquierdo, luego en el derecho, la chaqueta, nuevamente en el los ojos empiezan a girar cual remolinos y son devoradas las prendas hasta el interior y perderse.
Finalmente acabó, -espero le haya gustado-, susurra. Se pone de pie, es hora de regresar.
La gente camina y camina y solo vio cómo un hombre muy temprano estuvo lavando prendas de bayeta. Acomoda  su atado ya vacío, comienza el regreso, sus ojos son otros, su cuerpo ya no es pesado parece que hubiera despertado de una posesión misteriosa.
Camina y camina muy pensativo, pensando -¡Le habrá gustado la ofrenda? ¿Se habrá molestado porque la gente me vio?, es cosa de esperar-.
Cuando cruza por el río, puede observar parte de su ofenda triturada, era el pantalón de bayeta totalmente destrozado, como arrancado de cólera.
Baja la cabeza y pronuncia asustado –está enojado- En ese instante escucha una voz que no es humana. Fallaste, ahora viajarás al infierno- su cuerpo se enfría, continúa la amenaza, -yo mismo te llevaré, mañana entrarás a través de mis dos ojos-.
Al día siguiente, cuando todavía no canta ningún gallo, cual sonámbulo, camina nuevamente el desgraciado, con dirección a los dos ojos de agua, camina y camina, con mucha prisa. Sin mirar a otro lugar que no sea los pozos, ingresa al ojo izquierdo, para nunca más regresar.
Cada mañana, si ves a un hombre lavando prendas de bayeta a cinco kilómetros de Putina, frente a la hacienda Churura, es solo un ademán.
Pues está vistiendo al diablo para que pueda caminar entre nosotros, pero su prenda solo durará un día por ello cualquier día te llamará para que tú también lo vistas, pero recuerda, tienes que cumplir la tarea antes de que salga el sol, de lo contrario, te llevará a su casa, a través de la puerta del infierno, que hoy todos conocen con el nombre de “Infiernillo”.
Autor: Rubén Darío Salas Nalvarte.


EL ALMA COMDENADA
Llega la noche, opacada por el manto de nubes que cubren la luna antes de sumirnos en el profundo sueño habitual, mi hijo sale un momento de la habitación de pronto los aullidos de unos perros se oyen a lo lejos, al ingresar de nuevo, el comenta “cuál será el motivo de que esos perros aúllen en ésta noche”, ante ese recuerdo se me viene un profundo recuerdo, le digo – hijo, hace mucho tiempo cuando yo vivía con mis padres en el campo y tenía tu edad, nos pasó algo increíble. Una noche como ésta, estábamos reunidos en la cocina de la casa antes de ir a dormir, de pronto nuestros dos guardianes, dos perros de regular tamaño, comenzaron a ladrar intensamente y dentro de la casa, ¿cuál sería el motivo?, tal vez porque la puerta principal estaba aún abierta y fácilmente un perro hambriento podía estar merodeando, pero inmediatamente se oyó una gresca entre ellos, salimos presurosamentemi padre y yo a ver qué sucedía; la noche era oscura y no se pódía ver bien, sólo alcanzamos ver que era un perro más grande que los nuestros, se encontraban en una grava gresca y después de unos minutos ese perro cayó herido; parecía que no tenía fuerzas para levantarse, porque ya no se movía “pobre animal, habrá venido porque está de hambre, se levantará y se irá” dijo mi madre.
Después de un momento, la gresca se oyó de nuevo, salimos e increíblemente ese perro se había levantado y parecía que ahora con más fuerza, atacaba furiosamente a los nuestros. En ese momento pensamos que era un perro loco y decidimos sacarlo fuera de la casa, encolerizados mi padre y yo tomamos algunos palos y látigos para defendernos de él. Una vez estando fuera y lejos de nuestra casa, notamos que era un perro flaco y negro.
El cielo se había despejado y ahora se podía ver que, pese al ataque intenso de nuestros perros, ese animal no caía, continuaba lidiando con los nuestros. Cuando mi padre le dio un azote, el oscuro perro reaccionó y se vino contra él; antes que le atacará yo reaccioné inmediatamente y con un palo le di un fuerte golpe en la cabeza dejando inconsciente. Temiendo que podía levantarse y atacarnos de nuevo, decidimos golpearlo y azotarlo hasta dejarlo muerto. Increíblemente ni una gota de sangre brotaba de su cuerpo, parecía estar seco; ahí lo dejamos tomando nuestra armas y regresamos. Mi casa. Ellas, cuando nosotros ya estábamos por llegar… escucharon que ese perro empezó a aullar; cuando llegamos escuchamos que, efectivamente, aquel perro aullaba espantosamente, emitía aullidos impropios a los de un perro común, “pero cómo”, si lo habíamos dejado muerto; entonces ¿qué era ese animal? Atemorizados nos fuimos a acostar y esperar el día siguiente.
https://www.youtube.com/watch?v=Ks8HX1aTxFU
Posteriormente, cerca de media noche, en la casa vecina que quedaba un tanto cerca de la nuestra, había pasado lo siguiente:
En aquella vivía una viuda con sus dos hijos menores. Justamente esa noche estaban con una curandera quien a solicitud de la viuda había acudido a aliviarle un mal que le aquejaba.
Estaban aún despiertas en la cocina, las dos mujeres, con la puerta abierta hasta más de la a media noche. De pronto se quedaron atemorizadas ante la mirada de un animal que se asomó a la puerta. Era un perro de ojos brillantes y espantosos. La viuda no tenía ningún perro negro, entonces pensaron que se trataba de algún can vagabundo. Cerraron la puerta, esperando que ese perro se marche, justamente por esos días una de las vacas de la viuda había parido a un becerrito y ese estaba atado al costado de la cocina; de pronto se oyeron los mugidos desesperados de la vaca, quien junto a las otras estaban atadas al frente, cerca de los muros.
Las mujeres salieron a ver qué era lo que pasaba y sorprendidas observaron que ese perro quería devorar al becerrito, ellas salieron en defensa del pequeño animal y con unos palos trataron de espantarlo; la viuda cogió una piedra y la lanzó al vientre del perro, ese perro echó un grito extraño e impropio de un animal común “aaiii”, las dos mujeres quedaron asustadas. Ibgresaron de nuevo a la cocina y cerraron la puerta. Este animal no era otro más que aquel animal que había ingresado a nuestra casa horas antes. La curandera conocedora de esos casos rápidamente pensó “debe ser un condenado, un alma en pena que vino a arreglar sus pendientes”. Interrogó a la viuda sobre quien había fallecido por esos días, quién podría ser y qué es lo que ella había hecho, para que esa alma arribara a su casa. La viuda ante tanta insistencia confesó que había pecado con un hombre y que se había prestado una gran cantidad de dinero de él, deuda que no pagó. Ese hombre había fallecido hace ocho días en el pueblo; la curandera rápidamente dedujo que era el alma de ese hombre; dijo a la viuda que esperarían hasta que aclarezca un poco para salir a pedir perdón y rezar por el descanso de su alma.
Cuando el día ya afloraba, la viuda despertó a uno de sus hijos para que fuese a nosotros a pedir ayuda. Mientras él venía, pasó lo siguiente:
Las señoras salieron de la cocina a rezar para que el animal se fuera, ya entonces la vaca se había soltado y en defensa de su cría había atacado y dejado semimuerto a ese horrendo animal; cuando las mujeres se acercaban a él, este se levantó y se fue contra la viuda. Cuando estaba a punto de morderla, la vaca lo envistió y lo arrojó contra la pared, ahí le clavó sus cuernos una y otra vez, hasta dejarlo muerto.
Mientras tanto su hijo había llegado a nuestra casa solicitando ayuda, alegando que el perro loco había ingresado a su casa y quería devorar animales. Mi padre se levantó rápidamente y me dijo – debe de ser el mismo animal que ingresó a nuestra casa ¡vamos! Cuando llegamos las señoras nos contaron lo que había sucedido, nosotros de igual manera, lo que había pasado horas antes en nuestra casa. Ese animal estaba muerto en un rincón de la casa. La curandera solicitó que le cortáramos un mechón de pelo para con eso, alejar a esos espíritus de la viuda. Así lo hicimos, yo lo tomé del cuello con una pala y mi padre lo cortó el mechón de pelo, luego arrastrándolo lo llevamos lejos  de la casa y lo dejamos en un pozo seco, ahí lo sepultamos y regresamos a nuestra casa.
Si bien es cierto se había tratado de un alma condenado ¿por qué ese animal había ingresado primero a la nuestra y no a la casa de la viuda? Nos quedó esa interrogante.
Días después mi padre estuvo averiguando en el pueblo sobre el difunto que la viuda había mencionado, y sí, efectivamente ese día se había cumplido ocho días de su deceso. Por la noche observaron que una sombra negra salió del cementerio del pueblo y se dirigía hacia nuestra casa que quedaba lejos de allí.
Mi padre regresaba a casa y se dirigía presurosamente hacia el pozo donde habíamos sepultado a ese animal, recordando lo que otro de sus amigos le había contado de “esas almas de personas muertas salen de sus tumbas por que en vida no arreglaron sus pendientes y para descansar en el otro mundo tienen que solucionarlos. Además, una vez que salen de sus tumbas estas caminan en línea recta; -mi casa queda justamente entre el cementerio y la casa de la viuda, es por eso que primero ingresó a la nuestra, antes de llegar a la casa de la viuda-; estas almas necesariamente tienen que lograr su cometido y si no lo lograron, regresarán”.
Mi padre al llegar a ese pozo vio que el animal ya no estaba, bahía salido, no había nada; ¿qué pasaría?, acaso cumplió su cometido o es que iba a regresar.
Esto te lo cuento hijo, para que tú lo cuentes a los tuyos y sepan que esos hechos aún existen y existirán siempre.
Autor: Prof. Alex Ronald Quispe Roque

EL CHINCHILICO
La Rinconada, Puno, principal centro minero aurífero, donde puede ser tangible la prosperidad, pero, también el frasco o la muerte. Se encuentra al sureste de la Cordillera Occidental, a 5400 m.s.n.m. en cuyo fondo se observa a La Bella Durmiente o Auichita que reposa encantadora en el glaciar perpetuo. Hoy tiene aproximadamente unos 45,000 habitantes. Aquí, podemos encontrar a gente de toda calaña: moral, social, religioso; inclusive, lingüístico. Está a 180 Km de Juliaca, es decir, unas tres horas de viaje en camioneta rural H1.
Aquí, todavía es como la creencia y la práctica de rituales y costumbres milenarios. Es asi que, los trabajadores mineros de estos lares vinculan, a veces, su prospera actividad minera a la generosidad o favor de los dioses del oro: “la Aucha”, “El Chinchilico, la “Pachamama”, o “Apus”. En cuyas manos se abandonan sumisamente y rinden la pleitesía ciega. Dicen los lugareños que son El Ehinchilico y la Aucha los auténticos dueños del metal precioso.
Quienes insisten haber visto al famoso Chinchilico, lo describen como a un pequeño hombrecillo de cuernos brillantes, vivaracho, alegre, de nariz corva, ojillos hundidos y vidriosos. Su voz es grave y ronca, nada concordante con su estatura. Viste lujoso y reluciente atuendo minero, algo entallado. Lleva casco blanco de protección, de esos cascos clásicos de los ingenieros. Porta consigo algunas herramientas primordiales, así, el barreno de oro, por ejemplo. Es burlón y bromista. Le encanta fastidiar a los mineros que descansan plácidamente después de una jornada agotadora de trabajo; lanzándoles piedrecillas en la cabeza o escondiéndole sus prendas, herramientas o cualquier otra pertenencia. Algunas veces, se vale del sueño, en otras mediante potentes silbidos o a través que cualquier otro medio, advierte peligros inminentes a los mineros de su simpatía. Dicen, que es responsable del agotamiento, la pérdida o el cambio de sentido en una veta.
Muchos, cuentan afirmando haber sentido la presencia de este maravilloso personaje en los profundos y tenebrosos socavones, especialmente en la obscuras medias noches de plenilunio. Le han atribuido poderes mágicos e ilimitados, así como la propiedad absoluta de la riqueza codiciada. Dicen, que puede entorpecer o endurecer la jornada a manera de castigo o facilitar ablandando y haciendo visible las vetas del mineral. Castiga drásticamente a las personas que incumplen los acuerdos pactados.
Refieren que, numerosos son los mineros que sueñan, día y noche, en el pacto con el Chinchilico. Y, todo el mundo comenta en La Rinconada que muchas son las personas que por esa vía han logrado, de un día para otro, inexplicablemente, encontrar abundante oro, bastante mineral, arrobas del preciado metal.
Así, cuenta la gente que cierta noche, allá por la década de los setenta, cuando el General Velazco, Presidente de la República, echaba de estas tierras a los extranjeros que al puro estilo de Pedro en su casa, saqueaban los recursos mineros de la provincia. Fue “Winchico”, uno de esos veteranos e imprudentes mineros, cuyo verdadero nombre se pierde en la oscuridad de los tiempos. Tras haber trabajado desde muy joven en los enigmáticos socavones de las minas La Rinconada. Pero que, en décadas, nunca se había cruzado por la mente: urdir un plancito para atrapar al dueño y amo del oro. Ninguna experiencia, jamás, nada en especial que le haya ocurrido y llamado su atención en el gélido túnel. Claro que había escuchado cientos de esos graciosos cuentos de Chinchilico que revolotean  en el ambiente minero. “¡Cuentos son cuentos!”, se decía para sí, complacido.
https://www.youtube.com/watch?v=O4wOym9E0fM

Pero, aquella noche, “Winchico”, el felíz minero, atiborrado de alcohol, cigarrillo y coca, con lámpara en carburo en mano, el imprescindible barreno, el martillo y demás implementos de minero se dirigió obsesionado por el interior de la Mina Buena Fortuna. Quizá, quien sabe pues, esta vez, su exaltada ambición, sería “kilear” en la nocturna jornada de cachorreo,… Al rato, emprendió con delirio indescriptible a chancar y chancar la dura roca; es decir, hacer el taladro manual artesanal. ¡Toda la interminable noche! ¡Pum! ¡Pum! ¡Pum! ¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!
La madrigada huía rápido como un ave nocturna. En eso, cuentan que, de un momento a otro, cuando nuestro protagonista ya muy agotado e desilusionado, apenas aporreaba la endurecida roca. Escuchó entonces, primero sorprendido, luego aterrado, que en el interior de la misteriosa roca; golpeaba dos, tres o cuatro veces, adentro, retumbaba igual número de golpes. Se parecía a un eco, pero, su larga experiencia a nuestro personaje le decía, con toda seguridad de que no era ningún eco.
Entonces, invadido por el terror quedó mudo y paralizado. Después, respiró hondo y simuló secarse con el sucio guante que llevaba puesto, el abundante sudor que le bañaba la frente temblorosa. Así pues, empezó a cuestionarse a sí mismo. Qué es lo que estaba pasando. Miles de conjeturas, rápidas y borrosas pasaron por su aturdida mente, pero, por más esfuerzo que hacía, no ograba concentrarse, menos explicarse. “¡¡Ufffprprprrr!!” ¿Chasu mare!!” Resopló sofocado y profundo, como un caballo después de haber corrido leguas de abrupta puna.
Enseguida, como abnegado minero que era, se dijo para sus adentros: “¡Qué me ocurre, carajo!” “¡¡Dios santo!!” “¡¡Y, ahora, qué hago!!” “¡Quéee háaago!” Repitiéndose, una y otra vez.
Después, rápidamente, agarro un cartucho, el fulminante y la guía correspondiente, y, empezó a cargar como previniendo su defensa, por si algo grave le ocurriera. Cuando todo quedó preparado y listo para encender y tirarlo. En eso, casi en un santiamén, se abrió la roca que, minutos antes había golpeado insistentemente; una gran puerta plateada, en cuyo fondo  centelleaban  las luminiscentes paredes de cristal. El pobre minero se quedó fascinado y perplejo, por un instante. Aterrorizado se dijo: “¡¡qué mierda sucede!!” “¡¡Carajo, puta madre!!” “¿estoy soñando?” “¿o… qué mierda?” Susurro boquiabierto. De pronto, aun movimiento leve del cuerpo, se tropezó de lleno con un hombrecillo radiante, era el venerable Chinchilico. Estaba ahí, firme, resuelto, y, desafiante. Vestido elegantemente de amarillo reluciente. Tría una de sus manos una diminuta lámpara hermosa, sería de puro oro, pues. Luego, éste pequeño pero simpático personaje, dirigiéndose al tembleque minero le dijo: “¡¡!Winchico, me llamaste… y, aquí estoy!!”
“¡Sabes que, no te asustes amigo, hace tiempo que yo también pretendo conversar contigo!”. Entonces, en minero, fuera de sí y presa de horror instintivamente, encendió el cartucho y lo aventó a quemarropa al intruso duendecillo, según él en defensa legítima de su propia vida. Y en seguida profiriendo alaridos espantosos emprendió una carrera demencial a lo largo del profundo socavón, como si hubiera visto al mismísimo diablo. Gritaba y gritaba mientras corría.
Una vez afuera, el moribundo hombre estaba completamente ensangrentado y lleno de hinchazones. Parecía un condenado. Todavía sangraba profusamente por la boca y las narices. Convulsionaba horrible, como poseído por el diablo, a ratos. Se arrastraba penosamente en momentos. Intentaba ponerse de pie, luego se tambaleaba como un borracho y volvía a caerse. Convulsionaba, se arrastraba, intentaba levantarse, se tambaleaba y volvía a caerse. Era un triste espectáculo.
La gente, los carretilleros que siempre están deambulando  ahí, y otras personas que pululan en la bocamina lo acorralaron y detenido al pobre hombre. Alguien del kontón con una voz conocida pero afligida aproximándose, preguntó: “¿Qué te pasa hermanito?” “¿Qué te han hecho?” “¿Quiénes son?”. A lo que respondió espantado “¡Hay un enano en la mina!” “¡Me persigue!” “¡Me persigue!” “¡Me va matar!” “¡Me va matar!”. Diciendo esto intentó zafarse de sus captores, seguramente para seguir corriendo, no se sabe a dónde. Gritaba y gritaba en momentos, se reía como un loco endemoniado “Ja, ja, ja, jajajajajaja” el pobre infeliz había enloquecido.
De pronto , retumbó estrepitoso, nítido y prolongado en la atmosfera sombría de la madrugada: ¡Kikirikiiiiiiiiii! Canto absurdo de algún gallito mañanero. Se escuchó por dos veces más. Winchico despertó en loquísimo y cual resorte saltó húmedo camastro. Enseguida, sosegándose un poco, levantó los ojos desorbitados al techo y murmuró llorando: “¡Oh, señor, y gracias! ¡muuuchas gracias!”… Afortunadamente, sólo había sido una amarga pesadilla como lña vida misma de miles de mineros.
Autor: Len Ernesto Condori Nuñes



LA LEYENDA DE LAS AGUAS TERMALES DE HUAYNA PUTINA

Efrosina: ¿Cómo aparecieron las aguas termales en Huayna Putina?
Casiano: Hace muchos años, en tiempos precolombinos, cuando aún no existía el pueblo de Putina y eran los hombres de unos tribus llamados Kaluyos quienes tenía absoluto dominio sobre esos territorios de la actual Putina. Gobernada una Ñusta (una princesa).
Ella que deseaba la inmortalidad, se las arregló para aprender el secreto de una fuente milagrosa de aguas cristalinas, que mezclando magia y calor, obtuvo agua temperada en las cuales bañándose, era posible obtener la eterna juventud, y por ello la inmortalidad. La ñusta contrajo entonces varios matrimonios sucesivos. Conservándose joven mientras cada marido se hacía viejo y era enterrado y sustituido por el siguiente. Los maridos, como todo hombre de aquel entonces, estaban segados y por demás atontados ante esa bella mujer, creyeron que por ser hija de la divinidad nunca debían envejecer, para gobernarlos con vitalidad, ya que nunca pudieron descubrir su secreto.
            Un día la Ñusta se encariñó con chico que no tenía padres, y lo crió como si fuera suyo. Le brindó la mejor comida y leche fresca, lo vistió con prendas hechas de las mejores alpacas y vicuñas y a la amplitud de su palacio era sólo para él. Con los años creció gallardo, robusto, con todos los atributos que suelen considerarse admirables en un mocetón indígena. La ñusta decidió entonces que estaba “bueno”, y se casó con él.
            Pero él, no solo era un joven apuesto sino también un cerebro, que no se dejaba cegar por la belleza de su esposa, y reparó en que mientras él se hacía cada vez mayor, la ñusta parecía, congelada en el tiempo. De manera que se propuso descubrir el secreto misterioso de la eterna juventud de su conyugue. Días después la ñusta ya sospechaba de los planes de su esposo, decidió en la oscuridad trasladar la fuente lejos de su gente, excavó entre las rocas, muy cerca del río Putina Mayu, a las faldas del cerro y la escondió para bañarse en secreto.
            Al poco tiempo, se hizo evidente para la ñusta que el macetón tampoco envejecía, y empezó a desesperarse preguntándose el motivo, mientras las sospechas crecían carcomiendo su secreto en su alma. La egoísta ñusta, no aceptaba que otra persona poseyera también su eterna juventud; le había gustado el rol de viuda negra y el consecuente advenimiento de un marido nuevo, tenía miedo que el secreto se divulgara masivamente. Pronto una mañana cuando apenas el sol rayaba el cielo tímidamente y la ñusta presurosa se acercaba a su fuente para bañarse, descubrió que su hijo adoptivo devenido en marido también se estaba bañando es sus aguas. En eso el mocetón volteó bruscamente la mirada y de un manotazo rompió la fuente que era de barro cocido. El agua fue absorbida por la tierra. La desesperación de la ñusta fue tan grande que comenzó a gritar ¡Cuti!, ¡Cuti!... y el agua retornó en grandes chorros. Y al observar que el mocetón no deseaba salir del agua, ella indignada comenzó a gritar ¡Puhti!, ¡Puhti!, ¡Puhti! Yel agua se tornó hirviente. El mocetón no alcanzó a salirse, y acabó cocido en el agua.

            La ñusta tenía a salvo su secreto, y con más abundante agua, pero la temperatura hirviente del agua no disminuía por lo que aún no podía bañarse en ellas. Así que esperó unos días, meses, unos años, muchos años. La ñusta se percató entonces que su belleza estaba disminuyendo, su juventud se estaba terminando, y la temperatura hirviente del agua apenas disminuyó una in notable pisca. Su remedio de la juventud se terminó, muriendo de vejez.
            Las aguas se han enfriado un poco desde aquellos eventos precolombinos, porque en la actualidad la gente si puede bañarse en ellas.
            Eufrosina: ¿y el remedio a la eterna juventud?
Casiano: Eso averígualo tú misma.
Autor: Prof. Percy Alfredo Lipa Ccapa

jueves, 11 de julio de 2019


LOS CONDENADOS DE ANANEA

Una vez, hace mucho tiempo, me contó un amigo e inicio su relato así… “Un grupo de jóvenes fuimos a catear una mina en el nevado de Ananea… En mi afán de conseguir lo que tanto ansiábamos me separé del grupo y me perdí.
Aunque de lejos esta ciudad Ananea parece llana, llegando a sus faldas se ve que tiene profundos precipicios, elevaciones, grutas, grietas… me quedé extasiado con tanta belleza de figuritas que se formaban entre el hielo, la nieve y las rocas… Todo me parecía tan hermoso, que dejé de pensar en mis amigos y estaba extasiado con ese mundo de ensueños hecho de hielo, nieve y piedra. El viento de los nevados me despertó de mi arrobamientos e inicie la búsqueda de mis compañeros;… De pronto escuchaba en el viento como un lamento que poco a poco se hacía más fuerte. Para darme fuerzas me dije a mi mismo:” “Es el viento no pueden ser lamentos…. Es el viento pero; el ulular se hacía cada vez  más fuerte, más audibles y ya no parecía solo el viento.

Eran lamentos, desgarrados, muy tristes. Los mineros estamos acostumbrados a todo, por eso no me dio mucho miedo, pero la verdad tenía un poco de temor, no sé porque. De pronto, caminando me encontré frente a una hondonada agreste formada por rocas y hielo parecía un profundo ruedo de toros. De allí salían los lamentos. “Es el viento” me volvía a repetir para darme ánimos. Pero no era el viento. Me esforcé para ver y escuchar mejor; y lo que vi me llenó de pavor. En el fondo había unos seres que se aferraban a las piedras y al hielo pretendiendo salir del foso, Avanzaban… resbalaban.. y caían; y volvían en su intento una y otra vez. Eran seres esqueléticos cadavéricos, cubiertos de andrajos. Esa visión aterradora vaga aun en mis recuerdos y algunas veces tiemblo a su solo recuerdo, porque ha sido lo más tétrico que he visto, oído y sentido en mi vida.
Esa combinación de lamentos angustiosos y la desesperación de esos entes por querer ganar la altura y en dos intentos cada vez fallidos y su terca persistencia para nuevamente reiniciar el intento ululando… aullando… gimiendo a cada instante sin descanso.
No sé cómo me veía nuevamente integrado a mi grupo. Me habían encontrado vagando, casi enloquesido, con las carnes desgarradas arañadas por el hielo y las rocas, con los ojos desorbitados, el pelo desgreñado, con la ropa hecha girones, pronunciando gritos indescifrables tarde mucho en recuperarme. Aquella visión me atormentaba de noche y de día, aún persiste en los rincones de mi memoria lo que sentí aquellos momentos de los que los cuento. Con el paso del tiempo supe, por los abuelos, del pueblo que en ANANEA y en todos los nevados están los condenados, que buscan salir de sus prisiones y a llegar a cualquier costo hasta en cumbre del Apu. Subiendo, cayendo, volviendo a subir, volviendo a caer sin descanso día y noche en lluvia, viendo sol, en las nevadas, y en las heladas. Siempre buscando llegar hasta la cumbre, con sus lamentos, sus quejas que desgarran sus almas. Hasta que algún día, algunos llegan a coronar la cumbre. Ese día Dios y los Apus los perdonan sus pecados, y esos condenados que son almas penitentes, recién descansan en paz. Si. Hay condenados en Ananea pero no se meten con los vivos, no hace mal a nadie, lo único que buscan es purgar sus pecados. Para esos hacen penitencia de subir desde las profundidades hasta la punta del nevado. Da un poco de miedo cuando está solo, pero los condenados que hay en Ananea y en todos los nevados no hacen daño a nadie; si entre la nieve escuchas algún lamento, algo que parece una queja, puede ser el viento… o puede ser un condenado que está buscando descansar en paz.
Autor: Edwing Valencia Chacón



SERPHI QAQA O AMARU QAQA (mito)

Serphi qaqa, palabra quechua, que significa: Labio inferior del cerro, también se interpreta como la roca de serpiente, un lugar natural extraordinario, hermoso, sentimental y espantoso, por las siete cabezas pétreas que existía, las que fueron derribadas a dinamitazos, cuando se construía la carreara a Sandia.
Lamentablemente nuestras autoridades de ese entonces, nada hicieron para protegerlas, que muy bien han podido sacar cualquier cantidad de piedras, del cerro Vizcachani.
Por la base de una de las cabezas derribadas, brota el agua apta para el consumo de la población, no se sabe de dónde viene, se sospecha que puede ser de las partes altas de Oqoruruni o Inquillani; muy raro del brote del mencionado líquido, porque a unos 50 metros hacia el Sur, se encuentra varias fuentes de agua termal, de diferentes grados de temperatura, de una de ellas sale agua tibia, donde se escucha el ruido con que cae el agua.

Por el año de 1952, recuerdo que era un lugar muy hermoso y encantador, todo verde, con flores de sunila, k’isa, qariwa y otros.
Las rocas y las peñas invitaban a escalar a escalar, en la parte izquierda se nota una serpiente que baja, su cabeza se nota casi en la parte del suelo su cuerpo ocupa hasta la parte alta de la roca, finalizando su cola levantada; cuantos niños hemos jugado, al ir por agua con nuestros cántaros y p’uynos o a lavar ropas, como también hemos sufrido el ultraje o abuso que cometía el que se creía dueño o gamonal de los terrenos de Oququroni e Inquillani, propiedad de la Beneficencia Pública, sin que alguna autoridad pudiera coto a dichos atropellos y abusos que cometían a ancianos, jóvenes y niños.
En la parte superior del serphi qaqa, existe una especie de balcón o repisa, de donde se divisaba con tranquilidad a la población, también se ponía lugar a las escondidas, porque las diferentes formas de las rocas, permitían ocultarse, además estudiar en épocas de los exámenes, mientras que los jóvenes se reunían para cantar y silbar sus melodías románticas, para encontrarse con sus enamoradas, ya que ofrecía un lugar hermoso, al costado era una especie de patio grande, todo verde.
Donde los visitantes, consumían sus alimentos, después de haber gozado de las aguas termales, bailaban, jugaban y pasaban un día lleno de alegría y felicidad.
Actualmente Sirphi qaqa, (y no sirpikaka) viene tomando otro rostro, gracias al arquitecto Hugo Paniagua que diseñó y dirigió los trabajos de mejoramiento, respetanto lo natural; a pesar de que cuenta con poco espacio, todo por culpa de las autoridades que dieron pase libre, para ser urbanizado.
 El ministerio de vivienda, en el año 1996 declaró zona inhabitable, desde los linderos de la propiedad de la Srta. Sabina Lujan, hasta Serphiqaqa, toda esa extensión de terreno fue sugerido, como área verde, para un parque ecológico, con las comodidades del caso, para el bienestar de los niños, jóvenes, ancianos, sobre todo para ofrecer a los visitantes o turistas un lugar de esparcimiento, lo que Putina, carece de esa clase de servicios, nada se puede hacer, solamente se invoca a las autoridades para que embellezcan ese dedacito que se dejó para Serphiqaqa, pero sin ocultar con construcciones modernas y anticuadas, respetando lo natural.
Autor: Prof. Edwing Valencia Chacón


LA LEYENDA DEL SIRPHI QAQA

Hace muchísimos años por los lugares donde hoy está ubicado el pueblo de Putina Vivian sus pobladores felices y sin mayores preocupaciones pastando su ganado de llamas y alpacas. Un día, los pobladores se alarmaron ante la aparición de un monstruo jamás visto antes. Era una enorme serpiente con siete cabezas que causaba terror de solo verla: Era el diablo. Tenía el lomo cubierto de enormes espinos.

Los putineños fueron a suplicar con sus oraciones y lágrimas a la Mamita Concebida, que es como llaman los putineños a la Inmaculada Concepción, llenos de fervor para que les conceda la gracia de ayudarles contra el monstruo de siete cabezas que asolaba la población. La Mamita Concebida, compadecida de la situación y considerando la inmensa fe que demostraban los lugareños intercedió ante Dios para que enviase al Arcángel San Gabriel a combatir al hijo del diablo.

En todo ese tiempo de lucha los pobladores habían permanecido encerrados en sus casas, sin atreverse a salir para nada. Cuando ya no se escucharon más los fragores de la lucha, y luego de algún tiempo, frente al silencio y calma reinante, se asomaron los habitantes y lo primero que vieron fue que en la cumbre del cerro, que hoy es uno de los calvarios de Putina, estaba extendido el cuerpo de la sierpe, parecía estar convirtiéndose la piel escamosa y espinosa del lomo en piedra. Efectivamente con el paso de los días se convirtió todo en piedra, integrándose al cerro donde fue muerto.
Autor: Anónimo